Hay que gritar, hablar, dejar salir a través de nuestra garganta ese torrente de emociones que día a día recorren nuestro ser.
Dentro de la vida, existe un constante juego de miles de emociones que vamos a vivir, vamos a oscilar entre la alegría y la tristeza, la humildad y el ego, el amor y el odio, y así entraremos en varias dualidades...
Eso es un hecho fáctico, todos en nuestra vida en algún momento vamos a sentir, y hasta puedo asegurar que va a ser más de una vez.
Pensando en la enorme capacidad que el ser humano tiene de sentir, creo que realmente empieza a tomar importancia la necesidad de compartir ese torrente de emociones.
Muchas corrientes de pensamiento, consideran que el origen de toda enfermedad está en la represión de sentimientos.
El origen de esa represión muchas veces está en el miedo, pero personalmente creo que toda represión esta originada en la mente, de manera consciente o inconsciente y que esa represión de sentimientos es algo que se transforma en una corriente cíclica de acción en los diferentes espacios de la vida.
Si uno pudiera leer, los libretos de cada historia personal al momento de ver una persona podríamos entender muchas cosas acerca de su personalidad, de su ser, de su modo de actuar.
Pero volviendo al hilo de este texto, la necesidad de transmitir, de hablar, de contar, es un ejercicio que debe ser puesto en práctica por parte de las personas, con las redes sociales, con el uso de internet, con la aparición de las nuevas tecnologías, existen muchos espacios para realizar catarsis, para contarle al mundo virtual lo que pasa por nuestra mente.
Esa es una opción válida, otra opción es simplemente mates de por medio o algún otro tipo de infusión o bebida, y día generar ese ejercicio de contar, y charlar y desnudar el alma junto a la otra persona para aumentar la calidad de la relación humana.
En algunas personas la curiosidad de conocer es grande, para otras la necesidad de contar es chica.
Muchas veces la sensación de fortaleza vende imagen, y a eso intentamos consciente o inconscientemente acercarnos.
Muchas veces aparentar una realidad donde todo está bien, brinda consuelo a nuestro entorno, pero no a nuestro corazón.
Simplemente, es hermoso poder tener un espacio dónde otra persona quiera saber que sentís, que pensas, o simplemente escucharte...
Derribar esa barrera, de que él otro va a juzgarme es el primer paso
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