lunes, 22 de febrero de 2016

Tiempos

Desde el inicio de la vida el ser humano tuvo la necesidad de luchar contra el tiempo.  Pelea inútil si las hay ya que el rival despiadado cómo poco ha desestimado cada artimaña inventada cómo si de burbujas de agua que reciben el viento se tratase.

Ante esa desesperada batalla perdida de antemano el hombre creó el recuerdo. Recordar los momentos y anhelar la posibilidad de revivir el amor, el placer, la alegría y la risa de la dicha gozosa. Pero cómo arma de doble filo en la memoria de cada persona de manera ambivalente regresa  a la superficie raudamente la realidad del no ser.

Del no poder atesorar al tiempo en la mano y lograr que el momento sea eterno y se repita constantemente para poder vivir para siempre en ese instante que es único.

A medida que ha pasado el tiempo el hombre se ha reinventado para lograr atesorar y evolucionar la forma y el cómo de recordar. Imágenes, videos y un sinfín de combinaciones tecnológicas que hacen del arte de recordar un verdadero  que encastra en un puzzle que se llama vida.

Admitiré que en la vida de cada uno existen personajes de diferente índole que están llamados a permanecer, a dejar una huella  que marca a fuego el corazón propio. Esa huella cómo memoria y  esa lucha contra el tiempo sigue está sinfonía imperiosa de apresar ese momento único.

Y uno termina esclavizado en el fue. Es por eso que es importante entender que ese dolor que genera el ya no es, es parte de un proceso de internalización y sanación de una huella que fue un sentimiento de amor y que depende de cómo se miré es un peso o una caricia.

La pregunta es ¿Por qué?

¿Cuál es la necesidad constante de vivir de una nostalgia instintiva? Será que es imperioso aceptar que la vida es una serie de momentos únicos e irrepetibles y que cada segundo es una oportunidad para ser feliz, para amar, para sonreír, para abrazar, para besar, para llorar y para vivir.

En el constante mirar de los recuerdos si existe alguno que te genera dolor, incertidumbre, duda, es el momento de abrazarlo, encarnarlo y amarlo. Eso es lo que finalmente te va a dar la posibilidad de agregarle matices a los momentos que vendrán.


Porque desde nuestra creación estamos llamados a vivir…