Héroes Anónimos
Paso otro año más en la colecta anual del Banco de Alimentos, la colecta número 11.
Cada año la colecta
comienza, unas semanas antes con la captación de conocidos que quieran
ofrecerse a ser voluntarios. Tres horas de su tiempo por una buena causa. Un
título que suena lindo, pero a veces es toda una odisea.
Es una odisea por que
muchas veces el sí que te da alguien, no está dado con la conciencia real de lo
importante que es para las personas que van a recibir el alimento, ni para la
colecta tener gente que vaya a algún supermercado de Mendoza, y ponga la cara
para decirle a la gente “Buen día, somos del banco de alimentos”
Es interesante
cómo cientos de personas se logran identificar un turno con una organización
teniendo confianza ciega y utilizando su tiempo para una causa solidaria. Eso es un motivo de orgullo y
alegría. Ver voluntarios que uno no conoce y caen por el amigo del amigo y ver
que tienen una identificación y
confianza ciega con el Banco habla de una gran responsabilidad para las personas que manejan la entidad.
Cada año, al empezar
bien temprano en la colecta son muchas las sensaciones que comienzan en mi
cabeza. Primero incertidumbre sobre si los voluntarios llegaran, un poco de
nervios por el hecho de abordar a la gente, también cansancio, a los jóvenes
nos cuesta a veces madrugar. Siempre antes de llegar al supermercado respiro
varias veces bien hondo para lograr un estado de tranquilidad, para poder
lidiar llegado el caso con algún gerente mala onda, que quizás no entiende muy
bien cuál es el sentido real de que nosotros estamos ahí.
Esta undécima colecta
Nacional que termino me deja gratamente sorprendido y esperanzado. El resultado
es anecdótico porque toda donación siempre es bien recibida y es de corazón.
Pero no deja de ser un gran resultado. Porque en el contexto actual dónde la
queja es moneda corriente y el sueldo muchas veces no alcanza, dónde algunos productos
son más caros.
El amor por el otro vuelve a pesar más que el bolsillo. Porque
en pocas palabras una donación es un acto de amor que vence al miedo, al escepticismo para creer en una
causa solidaria, un acto de nosotros la gente común, que no tomamos decisiones
y estamos afuera de un contexto político durante la colecta y nos unimos todos
voluntarios, donantes en una masa de personas que tienen esperanza
Sólo me queda decir
gracias.
Gracias a las personas
que dieron un Sí pero que su compromiso no fue real porque esas son las que te
hacen valorar a las personas que están y
que se animan a arriesgarse por algo.
El que no ha sido
voluntario no sabe lo difícil que es pararse en la puerta del supermercado y
charlar con las personas, porque más de uno no
te va a escuchar, te va a mentir, o te va decir alguna barbaridad, pero
a ellos también hay que agradecerles por que también te hacen valorar cada
pequeña donación que da alguien.
Porque es emotivo y
real el sentimiento de gratitud hacia el que dona. Porque es alegría ver que la
gente tiene esperanza y también es emocionante salirte de un prejuicio y charlar
con todo tipo de gente, porque allí es donde aparece la Sorpresa.
No hay prototipo de
voluntario ni de donante, pero si hay una misma Esperanza en que ayudar es
posible fuera de cualquier bandera.
Ayer la colecta fue un
éxito más de 13000 Kilogramos de alimentos en los supermercados del Gran
Mendoza para 70 comedores para
aproximadamente 19000 personas. Eternamente gracias a la gente anónima que
cree, a los voluntarios anónimos que cedemos el tiempo, al Banco de alimentos
por juntarnos a todos.
Historias de Héroes
que no salen en los medios, historias de héroes anónimos que ayer en Mendoza
lucharon contra el Hambre