sábado, 28 de junio de 2014

Ensayo

Me senté sobre el suave césped. Puse mis manos sobre las piernas estiradas. El susurro de su aroma impregnaba mi ser. Cada latido de mi corazón marcaba su presencia. Cerré los ojos, imagine la vida. El sol acariciaba mi cara y el calor comenzaba a hacer cosquillas. Una mueca, símil a una sonrisa surco sobre mi rostro.

El viaje había comenzado. De a poco la sucesión de imágenes surgieron de manera espontánea. Las diferentes acciones de la vida que habían derivado en ese momento. Decisiones que marcaron caminos, desencuentros que marcaron destinos. Una esperanza naciente producto de la imaginación colectiva y la necesidad imperante de sentir amor.

El capítulo abría una serie de opciones incalculables. Con un destino seguro: La felicidad. El mapa abierto mostraba rutas disimiles. Caminos sinuosos que se entramaban formando un laberinto llamado vida. La luz marcaba exactamente el lugar hacia dónde ir. Pero la noche llegaba fervorosamente día tras día oscureciendo el rastro.

Respire profundo, abrí los ojos. La mañana de invierno estaba rota por el calor del alma. De a poco todo había cobrado un sentido nuevo. Era la famosa plenitud que acudía al lugar, caprichosa e insinuante, efímera y deslumbrante. Pero placentera al fin.

Sentí un impulso que nacía desde el pecho. La risa que nacía desde el estómago lleno el lugar.  Cadenciosa y sutil moldeaba el momento. Único e irrepetible, estaba siendo vivido al máximo de las posibilidades.

Como un pintor retrate ese momento en mi memoria. Las palabras describían con certeza en mi corazón que ese era el comienzo de algo distinto. Pero eran mas las certezas de las palabras que no lograban encerrar lo que no podía describir.

Ahí radica el punto de esto. Cada experiencia nueva trae un abanico de nuevas posibilidades de sentir de manera diferente lo que uno pensó que ya dominaba, quizás el peor error es cerrarse en un camino único pensado en comparar e idealizar.

De a poco el ser humano va adquiriendo las herramientas para seguir planificando un futuro dónde la sonrisa y la alegría sean pilares, dónde la tristeza y el miedo sean motores. Donde la felicidad sea transmutable para que todos sepan que es posible pese a las diferentes dificultades que se atraviesen en la vida

Mientras tanto seguir viviendo y disfrutando cada hermoso regalo que Dios regala a través de la vida.

Cada gesto vivido, cada momento regalado, cada acción surgida desde el corazón son los que marcaran la diferencia diaria de vivir y sobrevivir

viernes, 13 de junio de 2014

hacia la "incomodidad" de lo imprevisible

La manecilla del reloj se mueve. La arena desciende suavemente dentro del cristal. El tiempo se agota...

Pero el tiempo ¿Realmente se agota? ¿Cuál es la prisa?
-¡Stop!

Respiremos profundamente, abramos los ojos e intentemos mirar y ver, observar e involucranos...

En mi cabeza hace un tiempo empezó de a poco a crearse un camino, fruto de golpes, de frustraciones, de desilusiones. Correcto. Pero sobretodo fruto del amor, del saberse querido, de entender que hay una trascendencia mayor a lo que mi pequeña cabeza puede entender, o a lo racional y estructurada que puedo llegar a querer  que sea mi realidad, siempre existe miles de factores superiores que van a cambiar o sacudir mi ser y estar. A eso se llama Vida.

Dentro de la vida existen opciones. Decisiones que tomar. Todo un proceso previo dónde existe mucha influencia social, empírica, política, económica que inquieta ese proceso de decidir.

Creo que en estos momentos pese a la incertidumbre de la vida en la que estamos inmersos, a nivel social, económico y político que se vive en Argentina he llegado a un momento de paz, de quietud. de comodidad. Con muchas cosas por resolver, con muchos proyectos por iniciar con muchas inseguridades en relación al ¿Qué? al ¿Cómo? al ¿Dónde? va seguir caminando mi vida pero ante esa realidad surge una paz innata de saber que los mayores problemas que pueden afectarme y que están en mis manos son los que decido crearme a mí mismo. Ya que muchas otras situaciones van a excederme.

Pero volviendo a esa comodidad, creo que cómo en su momento Jesús le dijo a Pedro, vamos a navegar mar adentro, muchas veces la comodidad de estar en lo pando no permite crecer ni profundizar acerca de uno o de dos.

La experiencia propia que es acotada y en ningún caso puede aplicarse al resto de las personas me enseñó que uno a medida que va amando va aprendiendo a crecer en el amor y también va eligiendo el que y el cómo pero sobretodo el de quién.

A medida que la razón y el corazón intentar llegar a un acuerdo se empiezan a descubrir cosas maravillosas, y en ese proceso de a poco me voy adentrando.

Lo curioso es que es una elección personal y solitaria y se disfruta y se vive de esa manera, sin involucrar todavía a un otro sino simplemente disfrutando, y ¿amando? o algo similar. Lo superador de esta situación o no depende la mirada es que cómo decía nadando en lo pandito sin involucrarme de más existe un paz... tensa como cuándo esta por caer la piedra y el agua dibujara las ondas sobre su superficie, entendiendo que una vez que se decide dar el paso las consecuencias son inesperadas e incalculables.

Sólo saber el movimiento preciso y esperar el momento adecuado, para decir sí o para decir no...

A amar se aprende amando, amar al otro, compartir, crear, disfrutar, reir esas cosas en estos momentos las domino sólo y me hacen muy feliz.

Pense que no iba a intentar compartilas nuevamente con otra persona, pero la sabiduría de la vida y de Dios me demuestran que eso es impredecible y por eso ante una nueva y cálida sonrisa, ante un corazón que late más fuerte, ante una posible dificultad, una poca probabilidad de suceso o ante un panorama de circunstancias adversas... Queda pensar y sentir, y sobretodo disfrutar.

Las consecuencias serán incalculadas e impredecibles, satisfactorias y deportarán un aprendizaje... Si es o no es... Eso es lo de menos...